lunes, 23 de septiembre de 2013

PERIPLO.- Mary Morris: “Las mujeres se mueven por el mundo de manera diferente a los hombres”


Mary Morris se proclama “feliz” cuando viaja: “tengo que decir, y quienes me conocen estarían de acuerdo, soy una persona diferente en el camino. Cosas que me molestan en casa me importan menos cuando estoy de viaje. Estoy simplemente feliz; es todo lo que hay”. Alcanzar ese estado de ánimo es suficiente para proponerse viajar, sin embargo, Morris además escribe sobre sus viajes.

La escritora estadounidense es la primera de las doce firmas que participan en la primera edición de Periplo, el Festival Internacional de Literatura de Viajes y Aventuras de Puerto de la Cruz. El lunes 23 de septiembre se encontrará con el público, a las 20.30, en el patio del Museo Arqueológico de Puerto de la Cruz, dentro de la sección dedicada a las mujeres viajeras, que lleva el título de uno de sus relatos de viaje Nada que declarar. Mujer viajando sola.

Cuando se le pregunta por qué es escritora de viajes, Mary Morris cita la opinión de un crítico japonés, que hace unos años señaló que ella es menos una escritora de viajes que una escritora de las historias que suceden durante un viaje. “Creo que esto es completamente veraz. Siempre estoy tratando de contar una historia y si no tengo una historia, entonces probablemente no escribiré sobre el viaje”, reflexiona, y da como ejemplo el origen de su libro The River Queen (2007, Henry Holt and Co), que resultó aclamado por la crítica: “En 2005 tenía un contrato para escribir un libro sobre el río Mississippi, algo que realmente no quería hacer, pero entonces me encontré con estos dos locos pilotos de río, Tom y Jerry, que estaban dispuestos a llevarme río abajo en una casa flotante y ese viaje y esos hombres se convirtieron en mi historia”.

Según la crítica, en el relato de ese viaje por el mítico río, Morris se mueve entre el paisaje externo de Mississippi y un paisaje interior marcado por el sentimiento de pérdida tras la muerte de su padre. Para la autora, este u otro viaje, cualquier viaje, es siempre un viaje interior: “a veces he sido criticada por esto. He oído incluso que existe algo llamado el problema Mary Morris”, algo así como “un viajero tal vez demasiado ensimismado”. Pero la escritora lo tiene claro: “Proust lo expresó tal vez de la mejor manera, cuando dijo que al viajar no se trata tanto de ver nuevos lugares, como de ver con nuevos ojos”.

Por eso, afirma, “siempre estoy buscando lugares en los que mi "paisaje interior" y el paisaje exterior pueden encontrar una coincidencia” y aventura que eso fue lo que le pasó a Henry Miller en su viaje a Grecia: “creo que Henry Miller encontró esto en el coloso de Marousi”, y está segura de que es lo que ocurre en su propio caso como viajera y escritora: “supongo que es lo que encontré en México y lo que encontré una y otra vez en otros viajes que han llegado a representar distintos momentos en mi propia vida”.

La experiencia viajera, en cualquier caso, la vive sin pensar en el relato. “Nunca voy a un viaje pensando que voy a escribir sobre él. Por ejemplo estoy en camino a las Islas Canarias, aunque, sea una visita corta. Tal vez saldrá algo de esto, tal vez no. Pero es la emoción del viaje en sí mismo lo que me atrae. Siempre”.

Viajar en soledad no es lo mismo para los hombres que para las mujeres; de esto está convencida. “Las mujeres se mueven por el mundo de forma diferente a los hombres”, sentencia. Los viajes de hombres y mujeres son diferentes, porque las mujeres “tenemos que enfrentarnos a los prejuicios; las amenazas que debemos evaluar son diferentes. Creo que viajando solas, las mujeres son especialmente vulnerables en países donde se espera que las mujeres sean mucho más sumisas y dóciles”.

Sin embargo, la escritora se rebela ante la idea de la existencia de una voz literaria masculina diferenciada de la voz literaria de las mujeres: “sinceramente, desearía que no existiera diferencia entre la voz femenina y la masculina en la literatura; me molesta que sigan existiendo esas diferencias”, pero dejando eso por sentado, “tendría que decir que sí, pienso que hay diferencias entre la forma en la que las mujeres escriben sobre sus viajes y la de los hombres. Los hombres raramente se meten en sus historias. Se distancian de sus emociones”.

Las mujeres viajeras, en cambio, están más dispuestas a meterse en cada página, quizá porque al moverse por el mundo confrontan situaciones por el hecho de ser mujer, así que es natural que acaben hablando de ellas y “entonces tendría que decir, con cierta renuencia, que tal vez su voz es más íntima y personal”.


Pero este asunto de las tonalidades de las voces literarias de hombres y mujeres agota a la escritora: “estoy cansada de estas distinciones, como estoy cansada de ver solamente hombres que se realizan como atletas o se desarrollan como políticos. Ojalá desaparecieran estas diferencias”.

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