“Necesito oler los sitios,
patearlos, mirarlos a distintas horas”; con esta frase, la escritora Reyes
Calderón explica las razones por las que antes de escribir un nuevo libro tiene
que viajar a los lugares en los que se localiza la historia. Calderón,
reconocida como la creadora de la juez MacHor, es la escritora encargada de
inaugurar este martes, a las 20.00 horas, en el Museo Arqueológico de Puerto de
la Cruz la
sección Conversaciones en La Ranilla , entrevistas
públicas a cargo del periodista tinerfeño Eduardo García Rojas, en Periplo, el Festival Internacional de Literatura de Viajes y Aventuras de la
ciudad turística del norte de Tenerife.
Cuando viaja, Calderón se
levanta muy temprano, al amanecer, porque es el momento en el que no hay nadie
en las ciudades y la luz es muy especial. “Los sitios hay que escucharlos, hay
que olerlos, así es como se ve la vida que tienen” y la labor de “crear los
escenarios” para la escritora es tan importante como la de construir personajes
y argumentos.
Para hacer las tramas y que no
se le quede un cabo suelto, Calderón dibuja “un árbol de decisiones” que le
permite tener en cuenta todas las circunstancias. Es un procedimiento propio
que atribuye a su formación científica: “quizá provenga de las matemáticas” y
es algo muy útil, no solo para que las historias queden bien construidas, esencial en toda la literatura, sino para que
“no quede un cabo suelto” en las historias de crímenes e investigaciones en las
que participan Lola MacHor, el padre Chocarro, Iturri, Jaime o el doctor Wilson,
entre otros protagonistas de El jurado número 10, La
venganza del asesino par, El último
paciente del Doctor Wilson, El
Expediente Canaima, Los crímenes del
número primo y Las lágrimas de
Hemingway.
La aventura de escribir ha
llevado a Calderón por muchos lugares, precisamente en búsqueda de esos
escenarios. Pero también su condición de profesora universitaria le facilita
encontrar esos espacios singulares en los que posteriormente se desarrollarán
las acciones de sus libros. Viaja para impartir clases, conferencias, asistir a
congresos y eso amplía el campo de acción de sus personajes.
Entre esos lugares visitados,
destaca Jerusalén y Estocolmo como los que más le han impactado, aunque los
lectores todavía no pueden saber qué ocurre en estas ciudades, porque aún no
han publicado los libros. En la ciudad sueca, la oportunidad de escribir la ha
llevado a supervisar exhaustivamente el circuito que recorre un premio Nobel,
desde que sale del hotel hasta que llega al lugar donde se celebra la ceremonia
de la entrega de los premios.
Calderón está de acuerdo con
la afirmación que sitúa las tramas judiciales y policiales en el centro de las
aventuras urbanas que se reflejan actualmente en la literatura y destaca que
cada escenario es diferente en cada lugar: “el exterior se filtra al interior
del edificio y así un juzgado de Navarra no es igual que uno de Córdoba”,
explica.
Madre de familia numerosa,
Calderón compara los libros con los hijos: “cada uno es diferente, aunque sean
del mismo padre y de la misma madre”. Cuando se le pregunta cómo hace
compatible su profesión como profesora universitaria en la Universidad de Navarra
y su condición de madre de nueve hijos con el trabajo de escribir, la escritora
dice que “es un poco cansado”, pero tantas ocupaciones la ayudan a organizar su
tiempo de la mejor manera, aprovechando momentos muertos, como los de espera en
los aeropuertos.
“He dejado de ser una
profesora que escribe a convertirme en una escritora que da clases”, dice Reyes
Calderón, pero no renuncia a las clases en la universidad, porque “tiene la
ventaja de que al estar con gente joven hasta cierto punto tú también lo eres”.
Con tantas ocupaciones, Calderón espera a la noche para sentarse a escribir: “es
una hora tranquila en la que además están todos los fantasmas juntos”.