Solo puede llamarse magia o
resultado de un acto de intuición colectiva el intenso momento de comunicación
entre público y artista que consiguió en Mueca el mimo polaco Ireneusz Krosny
durante su espectáculo Mime for laughs
en la plaza de Europa cuando, sin palabras, como mandan los cánones de su
disciplina, se convirtió en el director de una orquesta imaginaria apoyada por
un público tan compenetrado que sabía con precisión lo que tenía que
hacer.
Orquesta inexistente y un
público tan real y contundente como las más de dos mil personas que asistían a
la representación en la plaza siguieron al unísono y disciplinados como la
mejor formación clásica la batuta imaginaria de este genio de la escena para
interpretar el Danubio azul.
Krosny arrancó su hora intensa
de espectáculo con unos números clásicos de mímica para ir creciendo en
intensidad expresiva, en explotación de la capacidad de comunicación a través
del cuerpo y de los gestos del rostro y en las ocurrencias con la que hila sus
relatos mudos hasta arrancar los aplausos y provocar la risa incontenible.
La hilaridad contagiosa
recorrió la grada instalada en la plaza, para bajar por la calle de Las Lonjas
hacia la cofradía pesquera. La risa, los aplausos y sonidos pregrabados eran la
única interrupción del silencio con el que Krosny trabaja, aparte, del sonido
del mar y la fuente del Lago Martiánez, que se alzaba a lo lejos como para
dejar claro que el espectáculo se estaba celebrando en Puerto de la Cruz.
Krosny acompaña su actuación
con unos sonidos que dan color a un escenario dominado por el negro de su
uniforme de mimo y del telón con el que delimita el espacio y, para apoyar, un
cielo oscuro de luna nueva y ausente. En esa oscuridad, el hilo de luz que sale
del foco de una linterna comunica algo más allá de lo imaginable y construye
sus movimientos los apuros de un ladrón torpe y con mala suerte, casi
gafe.
El soporte físico del trabajo
de Krosny son sus músculos, parece tener en la cara más de los que corresponden
al catálogo de musculatura facial humana. Al menos, sabe dónde se encuentra
cada uno de ellos y cuáles son las teclas que los mueven y estiran hasta la
exageración. Su cuerpo puede ser duro y preciso cuando se trata de ser un
guardaespaldas rotundo y grácil y etéreo cuando el personaje es una señorita
coqueta.
La actuación no podía ser la
que fue en Puerto de la Cruz
sin el público sabio de Mueca, un conjunto de amantes del teatro de calle, con
ganas de disfrutar, que después de once años de experiencia , sabe mantenerse
entregado al silencio a la espera de la próxima gracia.