viernes, 27 de septiembre de 2013

PERIPLO.- Paloma Sánchez-Garnica: “Escribo para aprender”


Paloma Sánchez-Garnica dice con sinceridad que escribe “para aprender”, con la misma rotundidad que asegura que “cuando termino de leer una novela, soy una persona distinta”. La escritora madrileña siente que “las historias que elijo o que me eligen me permiten poner orden en un caos de conocimiento”, porque “la escritura me ayuda a organizarme, a estructurar conceptos y a entender la historia, con minúsculas y con mayúsculas”.

Dicen que Sánchez-Garnica llegó a la literatura por casualidad, porque empezó a escribir hace tan solo once años, pero, cuando se detiene a reflexionar sobre el curso de su vida, la escritora cree que hay algo que la fue llevando a lo largo de la vida a formarse para luego lanzarse a escribir.

En cualquier caso, el momento en que se sintió motivada para escribir resulta hasta cierto punto novelesco, porque fue en una reunión de amigos, cuando alguien comentó ese tópico que señala que una vida plena se tiene cuando se han tenido hijos, plantado un árbol y escrito un libro.

Ese fue el impulso que la llevó a sentarse a escribir, porque lo demás ya lo había hecho. En 2006 tenía escrita su primera novela, El gran arcano. Después llegarían otras tres –La brisa de Oriente, El alma de las piedras y Las tres heridas– y la quinta está ahora mismo en manos de su editora. “Me pasé mucho tiempo buscando mi sitio en el mundo, lo encontré a los cuarenta y tantos años y de aquí no me muevo”, dice satisfecha, mientras reflexiona que “había algo dentro de mí que me llevó hasta aquí”.

Gran lectora, Sánchez-Garnica cuenta para crear sus aventuras con su interés por la historia y conocimiento en la materia, puesto que es licenciada en Geografía e Historia, pero sobre todo, cuenta con la disciplina que adquirió tras estudiar dos carreras en la UNED (Derecho, además de la anterior) y el carácter que imprime haber dedicado cinco años de su vida a preparar unas oposiciones a registros.

Compara la soledad que experimentó como estudiante a distancia con la que ahora siente a la hora de escribir: “en el proceso de creación estás sola ante el mundo y preguntándote si este esfuerzo que haces vale la pena”, como cuando preparaba sus estudios en la UNED en “una soledad absoluta”, armada de una disciplina rigurosa y con altas dosis de confianza en sí misma.


Para la escritora, “todos los libros tienen algo de viaje, porque o son físicos o son interiores”. Al menos es lo que ocurre en La brisa de Oriente, “un viaje en la adolescencia más cándida en la que el personaje principal estructura su vida” o en El alma de las piedras, sobre el Camino de Santiago, que además del recorrido físico supone “para quien lo hace de verdad, un viaje interior que no deja indiferente” y en el viaje interior del escritor protagonista de su última novela, Las  tres heridas, “presente un poco en la piel del escritor” protagonista. 

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