Luto
y dolor carnavalero en el entierro de la sardina que congregó en torno a ella,
a centenares de viudas que derramaron lágrimas a diestro y siniestro por todas
las esquinas del recorrido de la comitiva fúnebre.
Desde
la Avenida de Colón, pasando por Venezuela, Familia Betancourt y Molina, calle
Blanco y La Marina hasta llegar al Muelle. Este fue el recorrido de una
comitiva fúnebre que llegó a asustar a más de un turista que, impresionado por
el espectáculo, llegó a la cabecera a preguntar quien había fallecido.
Con
algo más de cinco metros de largo y unos 300 kilos de peso, la sardina
elaborada artesanalmente por los carpinteros municipales, hizo las delicias de
los miles de curiosos que se congregaron durante el recorrido y,
principalmente, en torno a la playa del Muelle Pesquero para dar, “in situ”, el
último adiós a la ya incinerada sardina.
Las
viudas, desconsoladas y rotas por el dolor sufrido, tuvieron que hacer de
tripas corazón y animarse con la música de la verbena de la zona de los
quioscos y las orquestas en la Plaza del Charco, que les ayudaron a pasar
página tras tan amargo momento.
Ni
la lluvia ni las bajas temperaturas hicieron mella en la comitiva ni en los
curiosos que se agolpaban en los muros, para ver arder a la Sardina portuense.